taller suelo pélvico Senegal

A través de la página de la Psicowoman llegué a este texto tan certero de Ianire Estébanez http://ianireestebanez.com/no-la-terapia-no-deberia-tener-clase-social-reflexiones-de-una-psicologa-feminista-mujer-y-clase-obrera/?fbclid=IwAR1uXpoA-q6CxGKBwYr-EPb7ISOv2aP75x_VozOvuQKGVvwLW2ibgf4-nqg con el que me identifiqué en gran medida y desde entonces ando rumiando sobre él y sobre situaciones en las que me he encontrado. Coincide además que hablaba hace escasos días con Angels Oliver sobre las tarifas de las  terapias y el coste de las formaciones.

Yo podría ser la eterna estudiante, me encanta conocer y compartir lo que voy aprendiendo, así que llevo toda mi vida combinando el aprendizaje de saberes académicos y no académicos y con ambos me he divertido mucho en general.

Quien no se ha divertido tanto ha sido mi economía, pues cada formación, sea la que sea, me ha costado un buen dinerito. Siempre lo he justificado por lo aprendido, no solo si ha sido productivo, sino porque a veces me han tomado el pelo y lo que me han vendido era puro humo, pero aún así también me lo he tomado como aprendizaje.

Tras volver de vivir en México, donde cambié de una manera natural de oficio, me embarqué en toda una serie de formaciones de lo más variopintas y pintorescas. Poco a poco el criterio me hizo poner un poco de luz en lo que seleccionaba estudiar (y también pagar) y aunque de la mayoría de formaciones estoy muy contenta, en casi todas he podido ver el gran negocio que son.

En la academia he encontrado mis mayores saberes, pero porque yo he querido y me he aplicado. Pero también he visto Masters carísimos que los tienes con esfuerzo que tiende a cero si pagas, gente que paga para que le hagan su trabajo de fin de master o de fin de grado, grados universitarios que no valen para nada sin posgrados, asignaturas claramente patrocinadas por editoriales… y esto en el ámbito de lo “certificado oficialmente”… en el sector no académico también he encontrado formaciones de lo más valiosas, realmente aplicadas y aplicables, pero también he visto enseñanzas a las que se le llama “certificaciones” sin ningún tipo de rigor, muchas de ellas provenientes de saberes ancestrales muchos de ellos desvirtuados, descafeinados, empaquetados en puro marketing…dirigidos a una élite blanca que perpetúa la cadena de la venta de humo. Cuando veo esto me acuerdo de la importancia que debería tener una formación reglada honesta tanto en contenidos como en precios.

Una vez formada surge la duda: “qué cobrar por las sesiones?”, pues aquí una vive de su trabajo, paga el alquiler todos los meses, paga al mecánico cuando hay que arreglar el coche, paga impuestos, come, etc… Al preguntar te encuentras de todo, pero en general te das cuenta de que mucha de la gente que conozco tiene que medir en qué invierte su dinero para llegar a fin de mes, que la mayoría de personas con las que me relaciono son mujeres acostumbradas a dejarse a ellas mismas para lo último, priorizando el bienestar de hij@s, maridos, padres, madres… qué posibilidades reales tienen de afrontar una terapia y dedicarse tiempo y dinero?

Desde que volví a Gandia en el año 2014, llevo un círculo de meditación intermitente por cooperación económica voluntaria al que fundamentalmente acuden mujeres. Muchas manifiestan lo mismo: no pueden practicar meditación en su casa, pues conseguir que haya un silencio mínimo, un espacio solo para ellas por un rato es difícil tarea… Poder practicar meditación significaría o echarlos a tod@s de casa o irse ellas, cosa que no pasa cuando el que se pone a meditar es hombre, donde su tiempo y espacio sí se ven reconocidos.

No estoy dispuesta a que solo tengan espacios de crecimiento o escucha ciertas clases sociales. Las terapias o actividades terapéuticas requieren tiempo y dinero y yo tengo el claro compromiso conmigo misma de facilitar que las mujeres que tienen ambos recursos limitados, si quieren acceder a espacios terapéuticos de los que yo proporciono, puedan acudir tranquilas acordando precios o intercambios razonables.